¿Qué significa la palabra innovación para el Grupo Cuevas?

Fundamentalmente generar, adquirir y utilizar conocimiento aplicado a la estrategia de negocio. Aunque, matizo, en Cuevas la innovación es una cultura asentada, que concebimos más como crear o inventar que como perfeccionar o renovar. Nuestras iniciativas han ido en esa dirección. Y muy importante también: que sea un camino sostenible en el tiempo para la mejor gestión posible de los clientes y, sobre todo, para ser útiles a quienes confían en nosotros. Queremos, además, que la innovación sea un factor competitivo de diferenciación de la empresa.

¿Qué fue lo que les impulsó a realizar una apuesta tan firme por la innovación y las nuevas tecnologías?

El sector en el que nos movemos no refleja un alto nivel innovador en su conjunto, no es puntero, pero es estratégico y no solo por su valor, ya que representa el 7% del PIB gallego y un 10% del empleo, sino porque nos enfrentamos a cuestiones globales que debemos resolver, porque tenemos muy presente que trabajamos para personas, y esa es la clave. Así que, al igual que la salud, el abastecimiento energético o el envejecimiento, la seguridad y la calidad alimentaria son desafíos a los que debemos enfrentarnos con decisión, porque los ciclos de los productos se acortan y debemos anticiparnos a las necesidades. A coste razonable y siempre que sea bien aceptada por nuestros clientes, la innovación nos permite crecimiento económico y beneficio social, características propias de la actividad investigadora.

¿Cuáles son los principales proyectos de I+D+i que han puesto en marcha en los últimos años?

Si echamos la vista atrás, recuerdo el inicio de producción del Marrón glacé (años 80), la apertura del primer Cash and Carry en Galicia (años 70), etc. Pero la innovación en los últimos años fuerza al crecimiento exponencial traduciéndose con supermercados Aquié en 2008, el portal www.dietaatlanticogallega.com, sistemas informáticos como la gestión de rutas o la gestión del punto de venta, la conceptualización de una alimentación sana, equilibrada y nutritiva a través del QFH, la optimización de la logística, incorporando una tecnología de voz… En nuestros casi 150 años de historia hemos investigado mucho, y en este camino nos ha ayudado tener una buena Universidad cerca, con un bagaje de producción científica excelente en ámbitos próximos a nuestra actividad, con la que colaboramos, pero con la que creo que aún podríamos hacer más. Y nos hemos apoyado también en centros tecnológicos especializados de toda España, en institutos, universidades y profesionales de alto nivel. Llegados aquí, es una satisfacción decir que hemos contribuido a que mucho conocimiento haya sido transferido al mercado, y aprovechado al servicio de una mayor calidad de vida.

¿Qué beneficios ha reportado a la compañía su apuesta por la innovación?

Esencialmente nos ha hecho mejores. Fortalece nuestra imagen de marca, nos otorga responsabilidad social y nos faculta para una mejor comprensión del negocio y la prestación de servicios. En estos tiempos, en los que los indicadores muestran que el número de empresas que han desarrollado alguna innovación en España decrece a un ritmo anual del 13%, según los últimos datos (y esto representa más de 4.600 empresas), en Cuevas apostamos por seguir invirtiendo en ideas aplicadas, porque estamos convencidos que el nivel de innovación es un parámetro de referencia básico del rendimiento empresarial.

¿Cuáles son los próximos retos que se marcan desde la dirección del Grupo Cuevas de cara al futuro?

En Grupo Cuevas tenemos una obligación profesional muy clara: la orientación al cliente. Por lo tanto, esta orientación es la que nos va definiendo como abordar las grandes problemáticas o las pequeñas dificultades que les surgen a las personas que confían en nosotros. Debemos por lo tanto, estar atentos a las necesidades que se van creando, tenemos que estar ojo avizor a los cambios que se producen en la sociedad para adaptarnos a ellos.

En los años futuros se van a producir una serie de cambios en la forma de vida de nuestros clientes, nuestra innovación tiene que ir hacia estos huecos que tan bien nos define la sociedad y tratar de darles respuesta. E, insisto, nuestro futuro estará asegurado siempre y cuando cada vez le demos más y mejor servicio a nuestros clientes.

¿Qué consejo daría a una pyme que quiera innovar pero que no disponga de grandes recursos económicos o humanos?

Pues que la innovación no es cuestión de tamaño, ni de dinero, es más bien una predisposición necesaria para abrir espacios diferenciados. Las grandes innovaciones no tienen porque depender de grandes proyectos sino de grandes mentes y las grandes mentes se descubren con la implicación, el esfuerzo y la voluntad.

Hoy en día las circunstancias no son favorables ni estimulantes. Hasta pueden medirse las consecuencias. La inversión del sector empresarial representa casi la mitad del gasto autonómico en I+D, y aunque la cifra ha crecido notablemente en los últimos años, estamos todavía muy lejos de la media española y más aún de la UE. Tampoco anima el hecho de estar en zonas de cierta sombra. Cataluña, Madrid y Andalucía concentran el 70% de las empresas innovadoras. El entorno es más propicio. Así que quizá haya que ponderar otras ventajas de innovar. Y las hay. Aunque la empresa esté radicada en una provincia en la que apenas hay nueve empresas que superen los 250 empleados o que tan solo once superen los cincuenta millones de facturación, estoy seguro que las hay. Falta descubrirlas, tener claro el objetivo y buscar las alianzas adecuadas.

Reconozco que las empresas que hacen I+D en estos tiempos lo tienen que hacer muy en serio, pero curiosamente esta selección está produciendo un fenómeno nuevo, y es que al tiempo que se contrae la inversión de las empresas en conocimiento aumenta la cooperación entre ellas, otra forma de acceder a futuro.

¿Cree que desde la administración se está prestando suficiente apoyo a las pymes que desean innovar?

Está demostrado que para el desarrollo de un sistema regional eficiente y que genere resultados competitivos, es necesaria la colaboración activa de su tejido científico y productivo, para conseguir especialización y excelencia. Hay ejemplos sorprendentes en regiones de Austria, de Alemania o del Reino Unido que sobresalen claramente de su entorno porque el sector privado y el potencial investigador alcanzaron la simbiosis adecuada. A nosotros nos falta avanzar en esa alianza, y nos falta por ambas partes.

Los últimos datos que he visto son reveladores: en España la inversión pública y privada en I+D+i representa el 1,3% del PIB (aproximadamente 286 euros por habitante); en Finlandia supone el 3,55% del PIB y 1.465 euros por habitante. Pero sin ir tan arriba, en Alemania son 636 euros por habitante, y en Francia 452. No hay comparación posible. Y si nos centramos en Galicia, la comunidad dedica a I+D una cifra comprendida entre el 0,83 y el 0,98% del PIB, mientras en el País Vasco, por ejemplo, equivale al 2,19% y en Navarra al 1,90%.

Soy consciente de que los tiempos son difíciles, pero quizá sea una cuestión de prioridades y de políticas comprometidas. En este campo son precisos recursos porque donde se apoya el conocimiento hay mayor crecimiento económico y menores índices de desempleo y de desigualdad. Estoy con los que creen firmemente que el apoyo al conocimiento determina el éxito económico de un país, y su volumen de inversión en este campo sustenta sus niveles de desarrollo y bienestar.